¿Son los baños públicos igualitarios?

Publicado en09/03/2020 por

Desde hace 5 años se ha intensificado el debate sobre la igualdad de género en los aseos públicos. Son numerosas las mujeres que denuncian las condiciones desfavorables que encuentran a la hora de utilizar un cuarto de baño público, en comparación con los hombres. Voces femeninas de reconocido prestigio en sus respectivos campos se han percatado de la falta de perspectiva de género que los arquitectos poseen a la hora de diseñar un aseo público.  Con el objetivo de reducir y eliminar esta desigualdad algunas profesionales, como Eva Pollo, CEO de la empresa de productos femeninos COCORO, han decidido llevar a cabo una campaña dirigida a todos los estudios de arquitectura de Barcelona, para concienciarlos y hacer que tengan en cuenta las necesidades diferenciadas del género femenino en el cuarto de baño, a la hora de diseñar sus proyectos.

Denuncian lo que en términos más formales se denomina una visión androcéntrica, una perspectiva centrada y pensada únicamente desde el punto de vista del género masculino.  Algunos arquitectos se defienden comentando que su trabajo es simplemente un reflejo de la sociedad desigualitaria en la que vivimos. En relación a esta perspectiva, nos gustaría remarcar una frase de la famosa urbanista y feminista inglesa Clara Greed: “Si quieres saber la posición de las mujeres en una sociedad en particular, mira la cola que se forma en los baños”. Lo que es cierto y plausible a la vista de todos son las consecuencias que esta desigualdad genera cada día en los baños públicos.

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Si quieres saber la posición de las mujeres en una sociedad en particular, mira la cola que se forma en los baños” (Clara Greed – Urbanista)


Según un estudio realizado por la Universidad de Gante, las mujeres pasan en el baño 30 segundos de media más que un hombre (la media femenina es de 80 a 90 segundos; la masculina, de 50 a 60 segundos). Las características particulares de género que hacen que su tiempo en el baño sea mayor se concretan en tres puntos:  

    a) Su constitución biológica, ya que su vejiga es más pequeña porque su cuerpo necesita más espacio para su aparato reproductor, tienen la menstruación y hacen sus necesidades siempre sentadas.    
    b) Sus roles sociales. La mujer se encarga casi siempre de llevar a sus hijos pequeños al lavabo.    
    c) Y, por último, su vestimenta. Mientras que un hombre sólo se baja la cremallera del pantalón, una mujer debe desnudar la mitad de su cuerpo para orinar. 

Por otro lado, el espacio físico destinado a un baño femenino es el mismo que el de uno masculino, y esto también genera desigualdad. Los urinarios de los hombres ocupan menos espacio y es común que la zona femenina se reduzca por los cambiadores de bebé, espejos más grandes y quizá algún sofá decorativo. En los mismos metros cuadrados, las mujeres disponen de menos unidades de sanitarios.

La unión de los dos puntos anteriores se traduce en una imagen repetida de forma asidua en todos los aseos femeninos de cualquier aeropuerto, centro comercial, recinto deportivo o discoteca: filas y filas de mujeres esperando para poder acceder. Según una encuesta realizada por Yougov en Reino Unido, el 59% de las mujeres afirma que casi siempre se encuentra una fila enorme cuando van a un baño público, en comparación con el 11% de los hombres. La Universidad de Gante hizo un estudio sobre cómo todos estos factores aumentan en un 50 % el tiempo que se pasan las mujeres en el baño en comparación con los hombres.

Otro estudio de la Royal Society for Public Health (RSPH), organismo que controla la salud pública en el Reino Unido, refleja que en Europa no existen suficientes baños públicos para hacer frente a la demanda de las mujeres.  Es por ello que, para poder resolver este grave problema, y según la escritora Lezlie Lowe, autora del libro “No place to go: how public toilets fail our private needs”, es necesario aplicar lo que en países anglosajones se denomina “potty parity”, que hace referencia a una ley que garantice que en los equipamientos públicos la proporción de lavabos sea de 2:1 o 3:1 a favor de las mujeres.

Planteado el problema, hoy en día hay un debate abierto sobre cuál es la mejor solución para poder resolverlo. Algunas arquitectas y especialistas en urbanismo proponen (y ya tienen experiencias exitosas) un sistema con baños sin distinción de géneros. ¿Son por lo tanto los denominados baños unisex la mejor solución al problema? Este es un asunto que trataremos de resolver en un próximo post de nuestro blog.


Fuentes:

http://bit.ly/38FHZ17

http://bit.ly/2Tzsow0

http://bit.ly/33eyUeZ

http://bit.ly/3aGV63Q

http://bit.ly/39DCscR

http://bit.ly/2VWZt6A

http://bit.ly/2xof7Od

http://bit.ly/2TQhjp5

http://bit.ly/2IwOKrx

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